Paper. 2017
Desde un punto de visat antropológico, la doctrina cristiana sobre los ángeles y los demonios no puede analizarse partiendo exclusivamente de los «textos sagrados».
Las alas de los ángeles nos hablan de los toros guardianes mesopotámicos, espíritus mediadores, pero también de Hermes, Eros e Ícaro. No podemos desentrañar adecuadamente los sentidos simbólicos y antropológicos de los ángeles sin considerar el papel de los espíritus mediadores en el mundo griego, la otra gran fuente de nuestra tradición cultural. És más, con toda probabilidad, las primeras representaciones de los ángeles como figuras aladas, que desde el siglo IV extienden su vuelo hasta el mundo moderno, son derivaciones de los seres alados de la cultura helénica.
De este modo, encontramos que las referencias mitológicas griegas más importantes sobre espíritus mediadores insisten en su doble pertenencia a la tierra y al cielo, en su capacidad para recorrer el mundo de la noche y de la luz. En último término, su vuelo constituye los límites del mundo. Muestra la unidad profunda de todas las cosas, unidad que afloraba en el vuelo de Ícaro, que es inalcanzable para él y los demás hombres. Si el ser humano es a veces transportado más allá de sus límites por Hermes o por Eros, en esos instantes le muestran con su vuelo cuál es el lugar en el mundo, que no coincide ni con el lugar de los muertos ni con el de los dioses.
El ángel caído (José Jiménez)